A primera vista.

Hoy, sentada en la terraza de una cafetería con mis compañeras de futura profesión, vimos pasar una chica, la cual era evidente que sufría de Ana, tal vez de Mía, quién sabe?

Nos miramos y creo que pensamos lo mismo: "Quién podría fijarse en esa chica sin sentir pena, o asco?"

Evitamos hacer comentarios, pero...

Las tres, conocemos la RESPUESTA.

Después de dos años escribiendo el blog, todavía no logro comprender cómo es posible que se vean hermosas, que se ven perfectas. Soplas y se vuelan. No es bonito, mis princesitas dicen que estar gorda queda mal, que no eres sexy, que nadie querría tocarte nunca jamás.

Y yo digo: Pregúntenle a los hombres, pregúntenle si prefieren a una chica con unos kilitos de más o unos de menos, no es sano, repito, no es bonito.

Yo, acercándome poco a poco a mi objetivo, he de comentar que yo no estoy delgada, ni mucho menos, hace tiempo que sobrepasé los 70 kg, tampoco guapa, fumo, bebo (es algo que he logrado controlar, gracias a Dios), entonces sería mejor decir: Bebía.

No encajo en el término que ellas entienden por perfección.

Pero tengo algo que ellas no tienen: tengo una vida que no cambiaría por la de nadie, con 15 kg de más, NO ME CAMBIO POR ABSOLUTAMENTE NADIE.

Yo no tengo las patas de alambre, porque no paso hambre.